El microcrédito no es el enemigo
Las microfinanzas satisfacen una necesidad vital en los países en desarrollo: la provisión de servicios financieros a personas de bajos ingresos que no tienen acceso a la banca formal. No es una panacea que acaba con la pobreza, como a veces se afirma. Pero los estudios han mostrado pruebas sólidas de que permite que muchas de las personas más pobres del mundo desarrollen negocios, se aseguren contra el mal tiempo y las enfermedades, mantengan el empleo y moderen el consumo. Su principal innovación no es prestar a los pobres, sino hacerlo a un costo más bajo y con tasas de interés más bajas que los prestamistas informales. El microcrédito puede ser rentable, pero sus ganancias, al menos en el sur de Asia, provienen principalmente de grandes volúmenes y no de grandes márgenes.