IPA y el Banco Interamericano de Desarrollo evaluaron cómo la COVID-19 afectó la educación a distancia y la salud mental de los niños pequeños y sus cuidadores en Colombia, Costa Rica, El Salvador y Perú. Los resultados mostraron que la pandemia afectó negativamente a los hogares de bajos ingresos, aumentando su inseguridad alimentaria y de ingresos, los riesgos para la salud y el desarrollo del aprendizaje de los niños y los problemas de salud mental de los niños y los cuidadores.

El cierre abrupto de escuelas provocado por la pandemia de COVID-19 llevó a los gobiernos de América Latina a desarrollar programas de educación a distancia para que los niños pequeños pudieran continuar su educación en casa. Sin embargo, los niños pequeños tienden a necesitar un importante apoyo en el aprendizaje e interacciones sociales para ayudar a estimular su desarrollo y bienestar socioemocional. Como tal, los cambios subsiguientes en las funciones de los cuidadores para incluir ahora el apoyo al aprendizaje de sus hijos, los requisitos de distanciamiento social y los impactos económicos tenían el potencial de alterar los medios de vida de los hogares. 

IPA y el Banco Interamericano de Desarrollo evaluaron el impacto de COVID-19 en niños pequeños y cuidadores en Colombia, Costa Rica, El Salvador y Perú, centrándose en sus experiencias con las estrategias de educación a distancia de emergencia y su salud mental. Para ello, realizaron encuestas online a 62,837 hogares con niños matriculados en servicios de desarrollo infantil temprano y preescolar. Para medir los impactos por estatus socioeconómico, los hogares se identificaron como de ingresos inferiores o superiores a la media.

Los hogares con ingresos inferiores a la media y con niños pequeños experimentaron los efectos más adversos de la COVID-19, incluida una mayor probabilidad de perder al menos la mitad de sus ingresos familiares y una mayor inseguridad alimentaria, lo que planteó un riesgo para el crecimiento y desarrollo de los niños. Además, la mayoría de los cuidadores tenían mayores problemas de salud mental, principalmente aquellos que perdieron ingresos y las madres, que apoyaron en gran medida el aprendizaje de sus hijos. Esta angustia disminuyó el tiempo pasado con los niños, disminuyó la cantidad de espacios de aprendizaje remoto en el hogar y aumentó el riesgo de violencia doméstica. Los problemas de salud mental de los niños también aumentaron, debido a la separación de amigos y rutinas, las preocupaciones sobre el virus y los miembros de la familia, y la violencia doméstica.

Socio de investigación