Además de generar externalidades ambientales negativas, el consumo de agua de un hogar implica otra “falla de mercado”: ​​los miembros del hogar se aprovechan unos de otros y consumen en exceso. Este problema surge de la dificultad de atribuir el uso a individuos específicos. Documentamos la importancia de este fenómeno en las zonas urbanas de Zambia mediante la combinación de registros de facturación de servicios públicos y variaciones aleatorias de precios específicas de personas. Derivamos y confirmamos empíricamente la siguiente predicción: las personas con incentivos más débiles para conservar bajo los arreglos financieros del hogar reducen más el uso del agua cuando aumenta el precio específico de la persona. Nuestros resultados ofrecen una explicación novedosa de la baja sensibilidad al precio del consumo residencial de agua (y electricidad).