Mejorar la conciencia sobre la conservación de los manglares a través del deporte juvenil en República Dominicana

En colaboración con IPA, Grupo Jaragua y Seacology, los investigadores llevaron a cabo una evaluación aleatoria para evaluar si la integración de talleres de conservación de manglares para clubes deportivos juveniles podría mejorar la conciencia ecológica y promover conductas de conservación. Los talleres cambiaron los conocimientos y las actitudes de los jóvenes sobre los manglares y también influyeron en sus amigos y padres para que apoyaran la conservación de los manglares. Sin embargo, el taller tuvo un impacto limitado en el cambio de las conductas ambientales cotidianas o el interés en comprar productos favorables a la conservación.
Los manglares costeros son hábitats vitales para la vida marina y también sirven como primera línea de defensa para las comunidades contra los efectos del cambio climático. Sin embargo, los manglares se están perdiendo a un ritmo mayor en todo el mundo que cualquier otro tipo de bosque tropical.1 En la República Dominicana, donde el 70 por ciento de la población enfrenta riesgos de inundaciones y tormentas, la cobertura de manglares ha disminuido en un tercio en los últimos cincuenta años.2 Uno de los muchos factores que explican esta pérdida puede ser la escasa concienciación de la comunidad sobre la importancia ecológica de los manglares. Dado que los deportes juveniles son populares en el país y las investigaciones existentes sugieren que la educación ambiental de los jóvenes puede influir en las conductas de los hogares,3 Existe la oportunidad de evaluar si involucrar a equipos deportivos juveniles en la educación sobre conservación de manglares podría ayudar a proteger estos ecosistemas esenciales.
En colaboración con IPA, Grupo Jaragua y Seacology, los investigadores llevaron a cabo una evaluación aleatoria para medir si los talleres de conservación para equipos deportivos juveniles fomentaban los esfuerzos de conservación de los manglares en la comunidad. En el taller, los equipos de béisbol de niños y los equipos de baloncesto y voleibol de niñas realizaron excursiones a un manglar y aprendieron sobre ellos de la mano de biólogos y luego participaron en una actividad de conservación. Después de completar el taller, recibieron equipo deportivo. Los investigadores evaluaron tanto a los jóvenes como a sus padres en múltiples dimensiones, incluido el conocimiento de los manglares, las actitudes ambientales, la preferencia hacia los manglares y los comportamientos ambientales. La intervención involucró a 28 equipos deportivos juveniles, que fueron asignados aleatoriamente a los siguientes grupos:
- Taller del 50 por ciento: La mitad de los niños de cada club participaron en el taller de conservación, mientras que la otra mitad participó en un taller sobre apreciación del arte.
- Taller del 75 por ciento: El 75 por ciento de los niños de cada club participó en el taller de conservación, mientras que el 25 por ciento participó en el taller de apreciación del arte.
- Comparación: Todos los niños de los clubes participaron en el taller de apreciación del arte.
Posteriormente, los investigadores ofrecieron a los jóvenes y a los padres miel de manglares a un precio seleccionado al azar para evaluar si el taller influía en el valor que tenían de los productos que apoyan la conservación de los manglares.
El taller de conservación mejoró la concienciación sobre la conservación de los manglares, lo que sugiere que la educación ambiental en los grupos de jóvenes existentes puede ser un método eficaz para las iniciativas de conservación. Entre 8 y 21 meses después del taller, los jóvenes mejoraron sus conocimientos sobre los manglares y mejoraron sus actitudes hacia ellos, con notables diferencias de género: las niñas adquirieron mayores conocimientos, mientras que los niños tenían actitudes ambientales generales más positivas. En general, los jóvenes querían más manglares en sus comunidades, y sus asociaciones iniciales con los manglares pasaron de ser negativas o relacionadas con el turismo a estar basadas en la naturaleza. No hubo cambios en los comportamientos ambientales diarios positivos, como apagar la televisión o la radio y no usar bolsas de plástico, pero los jóvenes redujeron la cantidad de basura que tiraban.
Los efectos positivos del taller se extendieron a otros miembros de la comunidad. En los clubes deportivos donde el 75 por ciento de los niños participaron en el taller, sus compañeros querían más manglares. Los padres experimentaron efectos aún más fuertes, ya que eran más propensos a apoyar las inversiones gubernamentales en manglares y a adoptar comportamientos ambientales positivos a diario. Las madres, en particular, experimentaron grandes mejoras en sus actitudes ambientales generales.
Fuentes
1. Bhowmik, Avit K., Rajchandar Padmanaban, Pedro Cabral y Maria M. Romeiras. "La deforestación mundial de los manglares y sus impulsores socioecológicos interactivos: una revisión sistemática y una síntesis". Sustainability 14, no. 8 (2022): 4433.
2. Seacology, “Los programas deportivos juveniles impulsan la conservación en América Latina”, Seacology, 26 de enero de 2022, https://www.seacology.org/2022/01/mangroves-youth-sports-conservation/
3. Jaime, Marcela, César Salazar, Francisco Alpizar y Fredrik Carlsson. "¿Pueden los programas de educación ambiental escolar hacer que los niños y los padres sean más proambientales?". Journal of Development Economics 161 (2023): 103032.
Nakasone, Eduardo y Máximo Torero. "Extensión agrícola a través de tecnologías de la información en las escuelas: ¿Los padres del zapatero van descalzos?" (2016).
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