Dean Karlan sobre el futuro de la filantropía y la inversión de impacto

Dean Karlan sobre el futuro de la filantropía y la inversión de impacto

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El financiamiento para la reducción de la pobreza mundial está cambiando. Anteriormente dominio de las agencias de desarrollo de los países ricos y las organizaciones internacionales, las fundaciones filantrópicas y la inversión privada están desempeñando un papel cada vez más importante en el desarrollo internacional. Pero, ¿cómo sabemos cuándo la “inversión de impacto” (es decir, la inversión en programas o negocios que tienen importantes beneficios sociales además de los beneficios privados) realmente está marcando una diferencia en el terreno? Presidente de la API, Dean Karlan argumenta en un artículo de la revista del FMI que se debe realizar una investigación más rigurosa y un análisis de costo-beneficio para separar la inversión de impacto de la inversión “normal”, que beneficia solo a los inversionistas. Karlan explica:

"En conjunto, es probable que cualquier inversión que mejore la competencia y la eficiencia sin causar externalidades negativas mejore la situación de las personas. Si la inversión de impacto va a ser algo más que un eslogan de marketing, debe ser más que una transacción ordinaria de mercado beneficiosa".

Nos importa mucho el papel de la inversión en el desarrollo internacional porque, a diferencia de las organizaciones sin fines de lucro, que dependen de las donaciones y, por lo tanto, están sujetas a fluctuaciones en la financiación, la inversión en empresas con fines de lucro es financieramente sostenible. Las empresas que pueden brindar servicios a precios de mercado además de producir un beneficio positivo para la sociedad están atrayendo cada vez más fondos de donantes en los países ricos. Esto ha sido posible en los últimos años gracias a las mejoras en el entorno de inversión en los países en desarrollo tras la introducción de reformas económicas, Internet y la Índice Doing Business del Banco Mundial. Sin embargo, las tan anunciadas oportunidades de inversión de impacto, como microcrédito y tecnología de estufas limpias, han demostrado, según la evaluación, que no producen un beneficio social tan grande como esperaban los donantes. Por esta razón, los filántropos deben interesarse en financiar evaluaciones rigurosas de lo que realmente funciona, para que los inversores sepan dónde canalizar sus fondos.

Como dice Karlan: “si nuestro objetivo es hacer mella en los problemas sociales, nos debemos a nosotros mismos y a las generaciones futuras dedicar el tiempo y el esfuerzo para distinguir lo que es bueno de lo que solo suena bien”.

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12 de diciembre de 2012