La pandemia de COVID-19 ha provocado fuertes caídas en el empleo, los ingresos y el acceso a los mercados, empujando a la pobreza a decenas de millones de personas en países de ingresos bajos y medianos. La programación de protección social ha surgido como una respuesta crítica a las consecuencias sociales y económicas de la pandemia de COVID-19. Muchos de estos programas son medidas de asistencia social, que brindan beneficios a las personas incluso si no han pagado previamente contribuciones al programa. Antes de la pandemia, se ha demostrado que la asistencia social en efectivo reduce con éxito la pobreza y mejora el bienestar en una serie de dimensiones, en muchos países diferentes. Pero, ¿qué se sabe sobre la medida en que las transferencias de efectivo han mitigado los peores impactos sociales, económicos y de salud de la pandemia? ¿Y quién se ha beneficiado más de tal asistencia?

Esta revisión recopila la evidencia actual sobre el efectivo durante la pandemia en una variedad de resultados que incluyen seguridad alimentaria y nutrición, apoyo a los medios de vida, comportamientos de salud y desigualdades. Lo hace destacando evaluaciones de impacto rigurosas de programas basados ​​en efectivo de países de América Latina, Asia y África. Estos programas incluyen transferencias de efectivo (CT), ingreso básico universal (UBI) y programas de obras públicas (PWP). Esta revisión no es exhaustiva, sino que examina una variedad de casos para los cuales existe evidencia rigurosa para resaltar los hallazgos que surgen del uso de efectivo en crisis a gran escala. El objetivo de la revisión es extraer lecciones de política clave sobre la implementación de estos programas que pueden informar la política en el futuro.