Ricitos de oro: Encontrando la opción adecuada en monitoreo y evaluación

Ricitos de oro: Encontrando la opción adecuada en monitoreo y evaluación

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La lucha por encontrar la solución adecuada en el seguimiento y la evaluación (M&E) se parece al dilema al que se enfrenta Ricitos de oro en la fábula “Ricitos de oro y los tres osos”. En la fábula, una joven llamada Ricitos de Oro se encuentra perdida en el bosque y se refugia en una casa vacía. En el interior, Ricitos de Oro encuentra una gran cantidad de opciones: cómodas sillas, tazones de avena y camas. Prueba cada uno, pero descubre que la mayoría no le sienta bien: las gachas están demasiado calientes o demasiado frías, la cama es demasiado dura o blanda; le cuesta encontrar opciones que sean "perfectas". Al igual que Goldilocks, las organizaciones tienen que navegar por muchas opciones y desafíos para construir sistemas de recopilación de datos que se adapten a sus necesidades y capacidades. ¿Cómo se desarrollan sistemas de datos que se ajustan "perfectamente"?

Durante la última década y media, las organizaciones sin fines de lucro y las empresas sociales se han enfrentado a una presión cada vez mayor para demostrar que sus programas tienen un impacto positivo en el mundo. Este enfoque en el impacto es positivo: saber si estamos haciendo una diferencia mejora nuestra capacidad para abordar de manera efectiva los problemas sociales apremiantes, y es fundamental para la administración inteligente de los recursos.

Sin embargo, no siempre es posible medir el impacto de un programa, ni es siempre la elección correcta para cada organización o programa. Evaluar con precisión el impacto requiere información sobre lo que habría sucedido si el programa no hubiera ocurrido, y puede ser costoso y difícil (o incluso imposible) recopilar esa información.

Sin embargo, las empresas sociales y sin fines de lucro se enfrentan a una dura competencia por la financiación y, para ser competitivas, a menudo necesitan demostrar que están teniendo un impacto. Frente a esta presión, se ha vuelto común que las organizaciones intenten medir el impacto incluso cuando la precisión de la medición está en duda. El resultado es una gran cantidad de datos engañosos sobre lo que funciona.

Los esfuerzos para medir el impacto también han desviado recursos de un componente crítico y a menudo pasado por alto de la gestión del desempeño: el monitoreo. Cuando se hace bien, el monitoreo fomenta el aprendizaje interno, demuestra transparencia y rendición de cuentas al público y complementa las evaluaciones de impacto al proporcionar claridad sobre cómo se están llevando a cabo realmente las actividades del programa.

Enero 05, 2016