Las organizaciones se enfrentan a muchos desafíos a la hora de medir su impacto utilizando metodologías de evaluación rigurosas, como los ensayos controlados aleatorios (ECA). Si bien los requisitos técnicos, como un tamaño de muestra suficiente, suelen ser un problema, para la mayoría de las organizaciones el principal desafío es superar la resistencia interna y externa a la evaluación de impacto.

Algunas objeciones están bien colocadas. Por ejemplo, la mayor parte del aprendizaje operativo no requiere una evaluación de impacto. Y para algunas organizaciones, un enfoque en la medición del impacto puede no ser apropiado, particularmente cuando quita recursos de otras prioridades estratégicas y del monitoreo del programa. Las presiones externas de los donantes u otras partes interesadas pueden ser la fuerza impulsora detrás de las evaluaciones de impacto, con consecuencias tanto positivas como negativas. Cuando hay poca consideración por la precisión o la calidad, las organizaciones desperdician recursos que podrían haber ayudado a mejorar sus programas.