La pandemia de COVID-19 obligó a los educadores y estudiantes de todo el mundo a cambiar rápidamente al aprendizaje a distancia. Como resultado, los gobiernos, los sistemas escolares y los educadores trabajaron para brindar continuidad en el aprendizaje y los servicios a los que se accede a través de las escuelas, como los programas de alimentación escolar, mientras intentaban reconciliar las persistentes brechas de equidad en el acceso a la tecnología y los recursos materiales y sociales. Hasta la fecha, la investigación educativa global se ha centrado en gran medida en cómo las disparidades existentes y la recesión social y económica resultante de COVID-19 han socavado el aprendizaje de los niños. Existen muchos menos datos sobre cómo les fue a los maestros durante el aprendizaje a distancia y el regreso a la educación presencial.

Este resumen aprovecha un estudio longitudinal en curso sobre niños, padres y maestros en la Gran Región de Accra de Ghana. Los investigadores realizaron dos rondas de encuestas telefónicas con 514 maestros de escuela primaria de escuelas públicas y privadas para medir las repercusiones de la pandemia tanto en la educación de los niños como en el bienestar de los maestros. Los datos se recopilaron durante el cierre de las escuelas (octubre de 2020) y cuando las escuelas reabrieron (mediados de enero de 2021) después de diez meses de aprendizaje a distancia.